El derrumbe de un bloque de pisos en la India en el que trabajaban cientos de personas en condiciones infrahumanas para marcas de ropa comercializadas en España quiso abrir los ojos al consumidor Occidental acerca de las precarias instalaciones, míseros sueldos y esclavistas jornadas de trabajo. Esa gente que murió, la gente que asistía allí día tras día para llevar una cena a su hogar empobrecido, todas esas personas con nombres y apellidos, confeccionaban y confeccionan la ropa que nos ponemos día tras día. Ese vestido que te has comprado para una fiesta. Esa chaqueta tan trendy que te ha costado veinte euros. El negocio es redondo y sino que se lo digan al señor Zara cuando salió a la luz que pagaba a sus empleadas en Marruecos 178 euros al mes por intensas jornadas laborales. Días más tarde donó 20 millones de euros a Cáritas.
Dicen los expertos, tras la caída del edificio en India, que si no dejamos de comprar estas prendas no podremos detener esta nueva esclavitud del siglo XXI. Lo que está claro es que la ropa barata que compramos no sería tan barata si se confeccionara en España con los sueldos que se cobran acá. De eso ya nos hemos dado cuenta. Sabemos que se cose todo en grandes fábricas más allá de las fronteras nacionales, sabemos o intuímos que debe haber personas que cobren sueldos míseros porque sino no salen las cuentas de que ese mono que has visto en un anuncio cueste 20 euros. Lo sabemos pero aún así compramos. Quizá lo hacemos sin pensar. O quizá lo pensamos pero no somos tan conscientes de la realidad de estas costureras. Pero son personas que existen, que mal viven por cuatro duros para que Olivia Palermo se ponga un vestido de Zara low cost, le hagan mil fotos, ella saque su tajada del pastel y miles de revistas se vendan con su imagen, que otras tantas personas copiarán, yendo a la tienda que sea, adquiriendo esa prenda y sumando un engranaje más a la larga cuerda de la esclavitud actual.
En la TV3 (la televisión autonómica de Cataluña) hicieron un documental hace un tiempo en el que una persona se vestía de arriba abajo con ropa confeccionada en Cataluña, por personas dadas de alta en nuestra seguridad social. Todo legal. Se gastaba más de 200 euros en: un vestido de verano, unas sandalias, dos collares, unos pendientes y un bolso. Si fuera invierno, sumando el abrigo, hubiera sido un ojo de la cara. Lo bueno de este documental era que iban por Barcelona preguntando a la gente si sabía dónde había sido confeccionada su ropa, desde personas más "pijas" digamos hasta gente más alernativa, todos llegaban ropa hecha en estos países. Caemos todos. ¿ Quién se resiste a ese vestido de 30 euros? ¿ Quién tiene dinero en España hoy día para hacerse con un armario "nacional"? Nos queremos convencer que nuestro grano de arena no es nada, que si nosotras dejáramos de comprar no cambiaría nada. Que no es nuestro problema. Sí y no. Realmente para que esto se frenara, nadie debería comprar esta ropa. Que yo sola lo haga no va a cambiar nada. Quizá sólo sea mi conciencia la que duerma mejor pero sin duda esto no cambiará. No sé dónde está la solución a este problema. Y lo lamento mucho.
Puede que si se hicieran más documentales, se informara más, se diera más a conocer la realidad de las personas que viven y mueren por nuestra ropa, tal vez así nos cambiaría la forma de consumir. Si viéramos los talleres infectos, la mala vida, las malas condiciones de trabajo. Pero me sigue pareciendo difícil porque poner de acuerdo a todo un país de que deje de comprar esta clase de ropa es una utopía. Ha sucedido con la historia de Violeta de Mango, que hay quien me ha dicho que ellas comprarán, porque no se sienten ofendidas ante su discriminatoria publicidad. Y si no eres capaz de ver que se están riendo de ti en tu cara para sacarte el dinero, ¿vas a querer ver que tu compra contribuye al no desarrollo de los países más pobres?
Y como todo en este mundo, es un tema difícil, para mí la primera. Intento no comprar, pero acabo cayendo. Acabo teniendo mala conciencia. Hago cuentas y si quiero algo de ropa nueva no me puede gastar mucho dinero. Y caigo. Peco. Pero poco a poco voy buscando información e intento afinar mi compra. Quizá no sea un camino fácil pero podemos ir haciendo un poquito, día a día, compra a compra, buscando un mundo mejor para todos y todas.
Es un tema realmente peliagudo... Es cierto que tenemos conciencia pero cuando encontramos un chollo la perdemos...
ReplyDeleteSophie Carmo