El cuadro del matrimonio Arnolfini ha dado mucho que hablar en los últimos años. De entre todo lo que se ha dicho (como la interesante teoría de que ella está muerta) acerca de esta pintura, lo que salta a los ojos al espectador es que ella parece embarazada. Su mano sobre la barriga aparentemente hinchada, ese corte de la falda que tan anchas hace las caderas. Yo no sé si está embarazada o muerta y es un cuadro póstumo, lo que sé es que en esa etapa de la Historia y hasta finales del siglo XIX, algunos modelos de vestidos femeninos han conseguido deformar el cuerpo de la mujer.
![]() |
Y los cuernecitos eran pura tendencia flamenca!! Se rapaban la frente y se ponían una túnica para tapar la frente |
¿Y eso? En la Historia de la moda femenina yo dividiría dos momentos: uno, en el que la ropa se crea para embellecer el cuerpo de la mujer y dos, la que el cuerpo de la mujer ha sido castigado para adaptarse a un vestido. La señora Arnolfini probablemente llevó desde su adolescencia estrechos corpiños que impidieron un buen desarrollo de su figura. Y no fue la única. Durante el Renacimiento (año arriba, año abajo) el vestido típico femenino constriñe tanto la cintura que esas pequeñas muchachitas no pueden desarrollar con normalidad sus cuerpecillos y no es que estén embarazadas, sino que su cintura ha sufrido la crueldad de una ropa no apta. No menos famosos son los mitos sobre los famosos corsés del XIX, que no sólo conseguían que las mujeres tuvieran problemas respiratorios, sino que muchas de ellas sufrían problemas digestivos (al ver su estómago tan reducido) y algo que menos personas conocen: sus costillas se rompían. Para presumir hay que sufrir.
En otra mano tenemos la discreción y el decoro: la ropa femenina ha estado durante siglos bajo la espada de Democles de la decencia. Así que a corpiños como boas constrictors, faldas que tanto pesaban y enaguas tan engorrosas, la imagen pública debía ser recatada, capaz de no desvelar ninguna curva del cuerpo de la mujer. Ni un tobillo, ni un culo, ni una cadera. Todo tapadito.
Durante otras etapas de la Historia la moda ha querido darnos un respiro y hacer modelitos más cómodos. Los encontramos a principios del siglo XX, a finales del XVIII y por supuesto en la época clásica, con túnicas, faldas vaporosas, sandalias. Incluso en los años 50, aquellas faldas que este invierno están otra vez de moda, las de bailar el twist.

¿Y esto? Quizá no ha sido la bandera más amplia dentro de las filas feministas, pero está claro que si quieres ir a jugar a fútbol con una falda con cola, pocos goles vas a marcar. O lo que es lo mismo: aunque se tome como un concepto secundario, el feminismo también se ha nutrido de la libertad en la ropa y en la moda para que la mujer se pueda mover sin limitaciones. Romper la obligación de la falda, por ejemplo, la escandalosa imagen de la mujer en pantalones que en países como España no lo vimos hasta entrado el XX, supone un hito increíble en la Historia de la mujer y del feminismo.
Poder ponernos lo que queramos, con lo que estemos más cómodas, vestirnos para la ocasión, poder elegir. Quizá nos parece una tontería pero no lo es. Poder montar en bici con pantalones fue uno de los momentos más escandalosos de la Historia de la decencia europea, más si tenemos en cuenta que montar en bicicleta no era bien visto en las señoritas, ya que se creía que el contacto con el sillín proporcionaba placer sexual a las chicas.
Vamos, que hemos estado encorsetadas desde la Edad Media hasta hace tres días, como la que dice, y que esta libertad hay que valorarla. Ahora no me hagáis tonterías para caber en esas tallas 38 imposibles, que no son otra cosa que los corsés en los que nos quieren meter para tenernos otra vez (y valga la redundancia), encorsetadas.
Y eso por no hablar de los zapatos de tacon...
ReplyDelete