Decía mi idolatrado Óscar Wilde
que nada debe revelar el cuerpo, excepto el cuerpo. Lo que pasa, es que, con
los siglos, esta romántica frase de inspiración helénica ha evolucionado en una
lucha sin cuartel por ver quien enseña más carne. Algo completamente
innecesario. No sé vosotras pero para mí ha sido excesivo ver el culo de
Madonna en los Grammy. Pero ahí estaba, bien enmarcado en un traje de torero. Innecesario
pero enmarcado, es la frase exacta. Es que he estado mirando las fotos de los
Grammy de ayer por la noche y he estado un poco flipando con los vestiditos. Un
poco bastante. Parece que cada gala requiere una indumentaria diferente, y en
estas de la música, lo más inverosímil es lo más necesario. Ninguna de ellas ha
destacado, a mis ojos, en buen gusto, pero sí que se han destacado en el corte
de moda para todas las que quieran que su cuerpo se revele por completo: el
escote hasta el ombligo. Es como la archiconocida raja de la falda de la Jolie
años atrás, que de repente, como si Jessica Rabbit no lo hubiera lucido antes,
renació en los armarios de muchas. El escote hasta el ombligo me sugiere una
pregunta que reta a la gravedad: ¿cómo se sujetan los pechos tan tersos,
redondos y turgentes? Parece que griten ¡chúpate esa, Isaac Newton! Yo que soy
de vestir sencillo y la búsqueda de la comodidad por encima de todo, me quedo
pensando en qué incomodidad de utensilio has de llevar ahí camuflado tras los
senos para lucirlos mirando al techo. Si lo sabes, por favor, contéstame. La
opción de que son operados ya la he barajado.
Que me voy por las ramas. Con
esto quiero decir y enmarcar como si fuera el culo de Madonna, mi gran teoría
respecto a la moda: antiguamente, la ropa se confeccionaba para embellecer a la
mujer. Todas eran guapas y elegantes, sino mirad fotos hasta los años 50.
Podías ser la más fea, pero con un gran peinado y una gran falda, tus defectos
empequeñecían. La segunda etapa que distingo es la de la moda por tribu, o lo
que es lo mismo: la moda como bandera de las tribus urbanas, moda que se
distingue de las demás por buscar identificarse con una forma de vivir o con
una idea. Esta tendencia, aunque ha pervivido en el tiempo, ha ido diluyéndose
con el paso del tiempo y casi apartada, cohabita con el tercer eslabón
evolutivo de la moda: en lugar de ser el vestido quien vista a la mujer es la
mujer quien ha de tener un cuerpo para entrar en el vestido. De amas hemos
pasado a esclavas de la moda o, sino, ¿por qué la moda es casi igual en todas
las tiendas y las tallas tan iguales y pequeñas? En el mundo globalizado el individualismo
de la modista ha desparecido para dejar paso a un león que quiere comer siempre
la misma víctima. De repente eres tú quién ha de ser de determinada forma para
caber en los vestidos.
No creo que ninguno de esos
vestidos que hemos visto en los Grammys hayan sido creados para una mujer en particular,
sino a partir de un modelo etéreo, de grandes pechos, prietos y subidos, de
largas piernas, un cuerpo para enseñar. Hemos invertido el cono y de repente
estamos en la parte pequeña de él, en el que traga lo que sea, con tal de ser
moderno. Cuerpos de escándalo para llevar lo más modernos, cuerpos entregados a
la búsqueda de una perfección única por el que han de pasar todas. Y lo más
preocupante: la relación tan estrecha que se produce entre éxito y belleza
corporal, ya que nadie de las que quieren estar en el candelero puede adelgazar
un gramo.
Y ojo cuidado, esto no es una llamada al puritanismo sino una llamada a la reflexión: ¿es necesario explotar tanto el cuerpo femenino, su sexualidad y curvas, en todo momento, arrodillándonos ante un único modelo de belleza femenina?




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Como siempre un post fantástico, la verdad es que yo soy de la opinión de que una cosa es ir "sexy" y la otra muy diferente es enseñarlo todo ... pero lo triste es que enseñar carne vende y siempre será un reclamo para las artistas.
ReplyDeleteUn besazo